Las Batuecas (octubre 2007)

Situado al sur de la provincia de Salamanca y lindando con la de Cáceres, el Parque Natural de las Batuecas-Sierra de Francia forma parte de las estribaciones más occidentales de la Cordillera Central. Está atravesado por varias cadenas montañosas.



La red fluvial del Parque se articula en torno a los ríos Batuecas, Francia y Alagón pertenecientes a la cuenca hidrográfica del Tajo y al río Agadón que pertenece a la del Duero. Numerosos regatos y arroyos que alimentan estos ríos han labrado profundos y escarpados valles en los que habitan numerosas especies de aves, reptiles y mamíferos.

Río Batuecas desde el portillo
El paisaje se nos muestra como  una serie de cimas redondeadas enteramente cubiertas de bosques en los que domina el pino silvestre y el roble, junto con extensos encinares y castañares.

En este viaje nos alojamos en la Casa Rural Lucía, en Mogarraz, villa medieval reconocida como Bien de Interés Cultural con la categoría de Conjunto Histórico y enclavada en el centro del parque que visitamos.

Una calle de Mogaarraz
Paseando por sus calles comprobamos rincones donde parece que el tiempo se detuvo debido a su aislamiento secular.


Mogarraz resulta singular por la existencia de artesanos que han conservado la tradición de oficios tan dispares como joyeros, zapateros, carpinteros y herreros. Como visitantes, nos llamó mucho la atención las casas con la arquitectura tradicional de la Sierra de Francia a base de entramados de madera rellenos de mamposteria. Muchas casas conservan la fecha de fundación y otras inscripciones en los umbrales de las puertas.

Aquí dice: Este vino alegra el corazón
Es una tierra fértil, famosa por sus cultivos de vid, de frutas y de aceite, gracias a la bonanza del clima que disfruta.
Plaza Mayor
En marzo de 2014 volvimos a Mogarraz y comprobamos un gran cambio en sus calles y casas: muchas estaban restauradas y sus fachadas lucían numerosos retratos de los vecinos que vivieron en ellas en una exposición al aire libre realizada por Florencio Maillo titulada Retrata2.

Calle de Mogarraz
EL VALLE DE LAS BATUECAS

Entrar en el Valle de Las Batuecas es adentrarse en un mundo de misterio y leyenda. Es un profundo valle rodeado de escarpadas montañas por donde discurre el arroyo Batuecas, que no llegó a la categoría de río, pero con aguas limpias y sonoras a través de un hermoso bosque.

Este sorprendente rincón, paraíso perdido durante mucho tiempo, fue utilizado por los monjes carmelitas desde el siglo XV como lugar de meditación en donde construyeron el Monasterio de San José de Batuecas. Este hecho, junto a la buena voluntad de los lugareños, ha permitido un estado de conservación natural quizá único en la Península.

Provistos del calzado adecuado, mochila con bocadillos, agua y demás pertrechos del buen senderista, nos dispusimos a recorrer el valle caminando por la senda que flanquea el río en todo su recorrido.

Raíces en el camino junto al río Batuecas

El trayecto es sencillo y sin apenas desnivel aunque en algunos puntos hay que caminar saltando por las piedras. La ruta presenta el atractivo de recorrer el espléndido bosque y el ecosistema que conforma este valle.



Durante todo el camino estuvimos escoltados por enormes bloques de piedra, muy erosionados, pintados de amarillo por los líquenes y cubiertos de vegetación. No fue raro contemplar el vuelo de aves de gran porte como el águila, el halcón peregrino y el buitre. Vimos también rebaños de la montaraz cabra hispánica que asomaba, orgullosa, en los más altos riscos. Iba al cuidado de su rebaño que apareció fugazmente entre las rocas.


Otro de los aspectos interesantes del valle de Las Batuecas es la presencia de pinturas rupestres en varios abrigos naturales llamados "canchales", situados a ambos lados del río. A algunas se les ha calculado una antigüedad superior a 4000 años.

Figura humana muy esquemática. Canchal del Zarzalón.

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Canchal de las cabras pintás.

Son pinturas muy esquemáticas en colores rojo, blanco y negro y en las que se ha querido ver representaciones de animales y figuras humanas. Son difíciles de ver por estar muy deterioradas por el paso del tiempo. Están protegidas por vallas metálicas.

Después de visitar las pinturas rupestres, nuestra idea era alcanzar la cascada del chorro al final de la ruta.  No lo conseguimos. Después de haber cambiado los bocadillos de lugar, la beatífica y placentera siesta a la orilla del río duró mas de lo previsto. Al despertarnos, la tarde estaba muy avanzada y decidimos volver. Nos quedamos con la impresión de que Lope de Vega tenía razón cuando identifica este valle como un lugar de perpetua felicidad.

LA ALBERCA

La mañana del día siguiente la pasamos en La Alberca, villa de calles empedradas en donde nuevamente se aprecia la arquitectura típica de la Sierra de Francia. Fue declarada monumento Histórico-Artístico Nacional en 1940. Resultó ser un pueblo digno de ser visitado con detenimiento.

No hay duda de que la vida en La Alberca se organiza en torno a la Plaza Mayor. Es una plaza porticada, presidida por un crucero, en la que desembocan varias calles y donde encontramos numerosos bares y restaurantes. En la mañana soleada de nuestra visita, estaba llena de visitantes y turistas.

La Alberca
Perteneciente a la Casa de Alba desde 1445, La Alberca tuvo durante mucho tiempo ordenanzas propias, lo que le permitió sobresalir como una de las villas con mayores privilegios de toda la comarca.

Cautiva al visitante por encima de todo la cuidada construcción y conservación de sus casas que, aunque realizadas bajo el mismo patrón, parece que cada una posee una personalidad y estilo individual propio. Fijándonos con detenimiento, fuimos incapaces de ver dos casas iguales.



Aunque en La Alberca hay varias ermitas, la Iglesia parroquial del pueblo, con su nido de cigüeñas en lo alto de la torre, es el edificio religioso más representativo. Consagrado a la Virgen de la Asunción, fue construida en el Siglo XVIII. Tiene un escudo de armas esculpido en uno de los ángulos de la torre.

PEÑA DE FRANCIA

Después de una buena comida en La Alberca decidimos emplear la tarde en subir a la Peña de Francia. Esta montaña se yergue, solitaria, sobre la llanura en plena Sierra del mismo nombre. La montaña aparece coronada por una meseta donde asienta el Santuario de Nuestra Señora de La Peña de Francia, la Virgen Negra.


La vista no nos defraudó pues además gozamos de un tiempo excelente. Con sus 1.728 m. de altitud es un lugar privilegiado para contemplar un paisaje que abarca una gran extensión. Desde lo alto se puede contemplar una gran extensión de la meseta castellana, las montañas del valle de Las Batuecas, las Hurdes, el perfil lejano de un buen número de pueblos y parte de la Sierra de la Estrella en Portugal.


Cuando estábamos contemplando el hermoso paisaje, de nuevo nos sorprendió la aparición de un rebaño de cabras montesas.


En la cima se encuentra el Santuario de Nuestra Señora de la Peña de Francia. Existió también una hospedería del siglo XV que acogió a numerosos peregrinos que seguían la "ruta de la Plata" hacia Santiago de Compostela. En la actualidad ha sido transformado en un lujoso hotel.


La leyenda de la Virgen Negra se remonta al siglo XV durante el reinado de Juan II de Castilla. Según cuenta la leyenda, la Virgen se apareció a un estudiante parisino llamado Simón, animándolo a buscar una imagen suya.

Simón recorrió toda Francia, pero nunca la encontró. Cansado de su infructuosa búsqueda tomó la antigua Via de la Plata  hacia el Sur, cuando en tierras salmantinas nuevamente se le apareció la Virgen  indicándole el lugar donde se encontraba escondida la imagen. Simón construyó con sus manos una capilla en lo alto de la Peña de Francia para custodiar la imagen. Posteriormente fueron los dominicos quienes se establecieron en el lugar fundando un convento.


La devoción de los pueblos serranos por esta imagen causó varios altercados al embarcarse varios de ellos en una auténtica guerra por su custodia. Fue raptada en cinco ocasiones y otras tantas recuperada. En 1872 fue nuevamente raptada, pero esta vez habrían de pasar casi 20 años hasta que fue recuperada bajo secreto de confesión, en un lamentable estado. Se construyó otra talla dentro de la cual aún se conserva la imagen románica original.

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